La honorabilidad es mi gran afán
Basado en el auto que me priva de la libertad, publicado por la Sala de Instrucción, y en el expediente, publicado por el periodismo.
Los testigos, recluidos en la cárcel de Cómbita, Máximo Cuesta Valencia, Giovanny Alberto Cadavid Zapata y Elmo José Mármol Torregrosa, confirmaron al Magistrado Reyes que fueron visitados por el Senador Cepeda y la señora Mercedes Arroyave. El motivo de la visita fue preguntar por unas fosas pero terminaron indagando a los reclusos por vínculos de mi persona con paramilitares. Dos dijeron que también hicieron la misma pregunta sobre mi hermano Santiago. Confirman los testigos que les ofrecieron beneficios económicos, jurídicos, incluso de salida del país. De nada nos acusaron, no tenían cómo hacerlo.
El testigo, ex paramilitar, Giovanny Alberto Cadavid Zapata, responde con claridad a mi defensa que el Senador Cepeda le ofreció beneficios económicos y jurídicos si daba información sobre mi relación con paramilitares. El Magistrado Reyes concretó al testigo, quien sin dudar confirmó las ofertas del Senador Cepeda, tal como se escucha en la grabación de la audiencia. El Magistrado vuelve e inquiere al testigo sobre qué contestó al Senador Cepeda, la respuesta fue que nada sabía de relación mía con estos grupos ilegales.
El Senador Cepeda no pudo negar la anormal visita realizada un sábado a la cárcel, tampoco iba a reconocer la acostumbrada indagación sobre mi persona. De la señora Mercedes Arroyave nada se sabe. No aparece.
Giovanny Alberto Cadavid expresó al Magistrado Reyes su pèrtenencia a grupos paramilitares y negó, con detalles, que Juán Guillermo Monsalve, testigo en contra de mi hermano y de mi persona, hubiera sido paramilitar. Juán Guillermo Monsalve indujo a estos testigos a que declararan sobre las fosas a Mercedes Arroyave, actualmente escondida y compañera del Senador Cepeda en esta trama, propia del más refinado terrorismo.
El testigo Elmo José Mármol relató al Magistrado Reyes la oferta que recibió de la señora Mercedes Arroyave, compañera de visita del Senador Cepeda, sobre reducción en los años de prisión, traslado de cárcel, beneficios económicos y la salida del País de su familia.
El doctor Diego Cadena hizo presencia en Cómbita para verificar información que llegó sobre la visita, las preguntas y las ofertas del Senador Cepeda a las personas mencionadas. Sobre esta información inicial el Magistrado Reyes no escuchó a la doctora Ángela López.
En la diligencia de Cómbita hubo informalidades pero no delitos. El doctor Cadena y la doctora López, por petición de los testigos, escribieron de su puño y letra las declaraciones que ellos dictaron, que tuvieron sus firmas y huellas.
Las cartas de los testigos fueron llevadas a la Corte y el doctor Cadena pidió que reabrieran la investigación al Senador Cepeda, solicitud que fue negada aduciendo falta de acreditación de un poder mío al doctor Cadena.
Dos testigos tuvieron confusiones sobre si conocían o no al doctor Caderna quien hizo la visita de verificación y con la doctora López recibió sus declaraciones. Uno de ellos se equivocó y dijo que la carta se la dictó a otro recluso, cuando en realidad se la dictó al doctor Cadena.
Quedó claro que el doctor Cadena nunca les ofreció beneficios ni los instó a mentir.
En aquello que no hubo confusión fue en la respuesta de los testigos sobre las preguntas y ofertas del Senador Cepeda para que me acusaran.
Al Magistrado Reyes le sorprende que yo no hubiera revisado las cartas antes de que llegaran a la Corte. Me abstuve de hacerlo por transparencia ante los magistrados, quienes debían investigar lo denunciado en las misivas.
Me quejo de la reiterada actitud de los magistrados Barceló y Reyes de poner siempre dudas sobre mis actuaciones y su persistente negativa de investigar a quien con la disculpa de trabajar por los Derechos Humanos acudía a las cárceles a tratar de comprar testigos para que me acusaran de vínculos con los paramilitares.
Sócrates decía que cuatro características corresponden a los jueces: escuchar cortésmente; responder sabiamente; ponderar prudentemente; y, decidir imparcialmente.