Doce Apóstoles
LA VERDAD SOBRE ÁLVARO URIBE Y LOS DOCE APÓSTOLES
En 1990 el país escuchó por primera vez que existía un supuesto grupo paramilitar denominado Los Doce Apóstoles que operaba en el norte del departamento de Antioquia. 4 años después, en 1994, Álvaro Uribe Vélez fue elegido Gobernador de Antioquia para el período 1995 – 1998.
En 1996 Santiago Uribe Vélez, hermano del entonces gobernador, fue vinculado formalmente a la investigación por la conformación de dicha agrupación. Ello debido a la declaración de un testigo protegido que lo vinculaba a este grupo paramilitar. Sin embargo, el relato del testigo era completamente débil, inconsistente y muy fácil de desvirtuar.
En consecuencia, en 1999 la Fiscalía General de la Nación profirió resolución inhibitoria en favor de Santiago Uribe, tras no haber encontrado pruebas que permitieran acusarlo. Así lo ratificó la Fiscal Delegada ante el Tribunal Superior de Bogotá cuando la Procuraduría General de la Nación apeló la decisión.
Años después, cuando Álvaro Uribe – ya como Presidente de la República – se había convertido en el enemigo No. 1 del narcotráfico, el terrorismo y la corrupción en ciertos sectores de la justicia colombiana, el odio feroz de sus enemigos naturales los llevó a cooptar testigos falsos y dispuestos, a cambio de dádivas, a confeccionar nuevas acusaciones en contra de su hermano.
Con todo, y sin pudor o decoro alguno ante la carencia de credibilidad de los nuevos testigos, Santiago Uribe fue vinculado por las autoridades judiciales a nuevas investigaciones. Pero esta vez fueron más allá y lo llevaron a juicio. Lógicamente, la defensa de Santiago Uribe ha sido demoledora a la hora de aniquilar la veracidad de las nuevas y falsas acusaciones en su contra.
Veamos.
Testigo No. 1: Juan Carlos Meneses
El Sr. Meneses es un mayor retirado de la Policía Nacional de Colombia quien, en 1994 y siendo teniente, se desempañaba como comandante de la Policía en el municipio de Yarumal, norte del departamento de Antioquia.
Debe indicarse que, después de múltiples y probadas gestiones, presiones y promesas de beneficios por parte de ciertos operadores políticos de los enemigos de siempre del Presidente Uribe, el mayor Meneses finalmente decidió enlodar a Santiago Uribe, señalándolo como jefe Los Doce Apóstoles.
Ahora bien, en 2017 Meneses fue condenado a 27 años de prisión por el asesinato en febrero de 1994 del Sr. Camilo Barrientos, un conductor de bus intermunicipal que operaba en Yarumal. Según la justicia colombiana, el crimen fue cometido por Meneses junto a otros integrantes de la Policía Nacional, como parte del plan que en ese entonces puso en marcha el grupo Los Doce Apóstoles para eliminar supuestos colaboradores de la guerrilla. Sobre este horrendo crimen no existe una sola prueba o testimonio veraz que demuestre que Santiago Uribe estuvo implicado. Sólo existe el testimonio amañado de Meneses, testimonio que carece de toda credibilidad por varios motivos.
Primero, el personaje tiene un interés evidente en obtener beneficios judiciales a cambio de enlodar al hermano del Presidente Uribe. En efecto, no puede ser fortuito que en abril de 2019 y a pesar del asesinato por el cual ha sido condenado, la Justicia Especial para la Paz le haya concedido a Meneses el beneficio de la libertad.
Segundo, sus declaraciones son absolutamente incongruentes. Por ejemplo, con ocasión de su testimonio el Sr. Meneses aseguró que el 7 u 8 de enero de 1994 sostuvo, junto al saliente comandante de la Policía de Yarumal, el entonces capitán Pedro Manuel Benavides, una reunión de presentación y empalme con Santiago Uribe en predios de La Carolina, hacienda de su propiedad ubicada en zona rural del municipio. Sin embargo, la defensa de Santiago Uribe demostró con recortes de periódicos, fotografías e incluso con el testimonio de un torero de Manizales, que en dicha fecha Santiago Uribe asistía a la Feria de Manizales, ciudad que está localizada a 300 kilómetros de Yarumal.
Por otro lado, vale la pena indicar que Santiago Uribe sufrió un accidente cuando era niño, accidente en el cual perdió algunos dedos de una de sus manos. Aunque este rasgo es notorio y salta a la vista para cualquier persona que haya conocido personalmente a Santiago Uribe, Meneses no conocía de esto cuando se le indagó. Pues bien, el Sr. Meneses no pudo señalar ningún rasgo que recordara del acusado, ni siquiera la ausencia de los dedos.
Adicionalmente, en un infructuoso intento por darle soporte probatorio a sus falsos señalamientos, Meneses aportó una grabación que contiene una supuesta conversación que sostuvo con Pedro Manuel Benavides; conversación que demostraría, según el espurio testigo, que el entonces Capitán Benavides trabajaba para Santiago Uribe. No obstante, no se pudo determinar la veracidad de la grabación, la cual, por lo demás, fue obtenida ilegalmente. Peor aún, el audio no se presentó completo, suficiente indicio de haber sido manipulado.
Testigo No. 2: Alexander Amaya
El Sr. Amaya afirmó que presenció una reunión entre Santiago Uribe y los demás integrantes de Los Doce Apóstoles cuando fungía como escolta del entonces teniente y comandante de la Policía en Yarumal, Juan Carlos Meneses.
Como era de esperarse, Amaya ni siquiera pudo describir físicamente a Santiago Uribe.
Testigo No. 3: Eunicio Alfonso Pineda Luján
El Sr. Pineda es un campesino quien, en la época de los hechos, laboraba como obrero en el municipio de Yarumal y, según el, en inmediaciones de la Hacienda La Carolina. Afirmó que en su momento alcanzó a escuchar conversaciones en los alrededores de dicha hacienda mientras Santiago Uribe se reunía con hombres armados e impartía instrucciones.
En este caso el testimonio también carece de toda credibilidad toda vez que, tal como fue probado en juicio, Pineda sufre de esquizofrenia delirante y ha estado internado en varias oportunidades.
Testigos Indirectos: Diego Fernando Murillo (alias Don Berna), Daniel Rendón Herrera (alias Don Mario) y Pablo Hernán Sierra (alias Pipintá)
Durante el juicio el ente acusador presentó a estos personajes como testigos indirectos de los hechos. Ninguno tuvo cómo respaldar los hechos que dieron pie a la acusación, como quiera que admitieron que no les consta nada y, además, que su testimonio sólo es un testimonio de oídas.
Tampoco se puede perder de vista que la credibilidad de estos tres exjefes paramilitares y ahora testigos de oídas en contra de Santiago Uribe fueron capturados y extraditados a Estados Unidos durante el gobierno de Álvaro Uribe. Es decir, el interés de venganza salta a la vista.
Finalmente, debe subrayarse que Santiago Uribe fue detenido y llevado a juicio en febrero de 2016 a instancias del Fiscal Carlos Iván Mejía Abello, subalterno del entonces Fiscal General de la Nación Eduardo Montealegre y ex funcionario de la Corte Suprema de Justicia con estrechos vínculos a Leonidas Bustos, ex Presidente de dicho tribunal y hoy señalado de haber liderado el infame esquema de corrupción judicial coloquialmente conocido como Cartel de la Toga.
Para nadie es un secreto que los Sres. Eduardo Montealegre y Leonidas Bustos, aliados de antaño, han fungido de años atrás como furibundos enemigos de Álvaro Uribe y su línea de pensamiento. He ahí los móviles del ilegítimo proceso penal en contra de su hermano.
Un proceso penal confeccionado a partir de fábulas y testigos falsos.
Un proceso penal plagado de protuberantes anomalías y violaciones al derecho de defensa y debido proceso.
Un proceso penal con la misma motivación con la cual han encarcelado injustamente a tantos colaboradores del Presidente Uribe.
Un proceso que, como salta a la vista, es un instrumento más de la venganza en contra de quien ha sido reconocido en Colombia y el resto del planeta como ícono de la verdadera lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.