Paramilitarismo
LA VERDAD SOBRE LOS FALSOS VÍNCULOS DE ÁLVARO URIBE CON EL PARAMILITARISMO
Una de las mayores mentiras y calumnias que los enemigos del Presidente Uribe han querido confeccionar en su contra para enlodarlo, atacarlo y menoscabarlo es aquella que lo vincula con el paramilitarismo en nuestro país y, en particular, con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Pero los hechos hablan por sí solos.
Durante el gobierno del Presidente Uribe se desmovilizaron 35 mil paramilitares y 18 mil guerrilleros. Dichas desmovilizaciones se hicieron bajo un sistema legítimo de Justicia y Paz, sin reforma alguna a la Constitución y sin darle espacio a la impunidad. Esto quiere decir que los desmovilizados fueron efectivamente sometidos a la justicia colombiana. Tanto así, que hoy sus cabecillas continúan presos o ya pagaron condenas con detención intramuros.
Más aún, muchos de ellos, sin duda los determinadores de las mayores atrocidades cometidas por el paramilitarismo, fueron extraditados para que respondieran primero ante la justicia de Estados Unidos. Y a su regreso, están obligados a seguir respondiendo ante la justicia colombiana.
Tampoco se puede perder de vista que la política de Seguridad Democrática, fundamento doctrinal concebido por el Presidente Uribe y llevado a la práctica durante sus gobiernos, fue lo que verdaderamente permitió al Estado colombiano combatir todas y cada una de las organizaciones terroristas y formas de criminalidad en Colombia, sin importar su supuesto origen ideológico.
Adicionalmente, es necesario recordar que durante la primera entrevista que el fundador y en ese entonces comandante en jefe de las AUC, Carlos Castaño, concedió a los medios colombianos afirmó sin ambigüedad alguna no conocer y nunca haber apoyado a Álvaro Uribe. ¿La razón de Castaño para no haberlo apoyado? Reconoció en dicha entrevista a Caracol TV que lo consideraba un guerrerista, es decir, un líder político dispuesto a enfrentar todo tipo de grupos al margen de la ley, incluidos por supuesto, los paramilitares. Curiosamente, el fragmento de la entrevista en donde Carlos Castaño reconoce no conocer ni apoyar Álvaro Uribe desapareció de los archivos de Caracol TV.
Es cierto que en 2002 y en medio de la campaña a la Presidencia de la República el padre Francisco de Roux se comunicó con el entonces candidato Álvaro Uribe y le informó que el paramilitar conocido como Salvatore Mancuso le estaba pidiendo a los campesinos de Barrancabermeja que votaran por él. Uribe inmediatamente salió a desautorizar públicamente cualquier tipo de amenaza o coerción electoral de los paramilitares sobre las comunidades de ese municipio. La verdad es que Álvaro Uribe nunca se reunió o tuvo relación personal alguna con Salvatore Mancuso o cualquiera otro integrante de las AUC. Y, como el propio Uribe lo ha manifestado públicamente, es cierto que vio al Sr. Mancuso en algunas ocasiones en Montería antes de que ingresara a las filas paramilitares, tal como le pudo suceder a cualquier persona desprevenida de Montería que cruzara con ese personaje en aquella época.
Por otro lado, el Presidente Uribe tampoco fue quien invitó a algunos representantes de los grupos paramilitares a que se dirigieran ante el pleno del Congreso de la República en el año 2004. Fue el mismo Congreso de la República, como institución, el que los invitó a hablar sobre el proceso de desmovilización en el que se encontraban. En eso nada tuvo que ver la rama ejecutiva.
Como si todo lo anterior fuera poco, el Sr. Juan Carlos Sierra, alias El Tuso, confesó que Piedad Córdoba e Iván Cepeda lo visitaron a él y a Salvatore Mancuso en la prisión en que purgaban su pena en Estados Unidos buscando que declararan en contra del Presidente Uribe. Pues bien, Sierra ha declarado públicamente que jamás se ha reunido con Álvaro Uribe Vélez y que no conoce actuaciones de él con los paramilitares.
Finalmente, los enemigos del Presidente Uribe también se han atrevido a acusarlo de haber extraditado a los jefes paramilitares para extraditar la verdad.
Absurdo.
Lo cierto es que, como condición previa a su extradición, el gobierno del Presidente Uribe exigió a las autoridades norteamericanas el compromiso de garantizarle al Estado colombiano pleno acceso a las cárceles de ese país cada vez que uno de aquellos extraditados tuviera que rendir una declaración o dar un testimonio con ocasión de sus procesos y compromiso con la verdad en Colombia. Dicho compromiso ha sido honrado a plenitud por el gobierno de los Estados Unidos, como lo demuestran las constantes visitas de funcionarios judiciales a dichas cárceles a tomar las declaraciones o testimonios de los extraditados.
En conclusión, lejos de ser un aliado o patrocinador de las AUC, Álvaro Uribe ha sido un feroz verdugo de todas las formas de actuar criminal en Colombia, incluyendo el paramilitarismo. La verdad es que el Presidente Uribe no sólo combatió el paramilitarismo, sino que también lo desmontó, lo sometió a la justicia, lo obligó a reparar a sus víctimas, llevó a la mayoría de sus integrantes a la cárcel y extraditó a los responsables o determinadores de los peores delitos cometidos por esa organización criminal.
En suma, acusar a Álvaro Uribe de haber tenido vínculos con el paramilitarismo es algo que, por un lado, se cae de su propio peso pero, por otro, evidencia el odio irracional y enceguecido que por él sienten sus enemigos y acusadores, estos sí arrastrando vínculos probados con otros grupos al margen de la ley.